sábado, 28 de marzo de 2009

CANTOR DE UN SOLO SEÑOR. Autor: Daniel Jiménez Bejarano








CANTOR DE UN SOLO SEÑOR



1
Un Dios diverso,
Uno que habite en cada poema,
Las palabras, ángeles de su Arca,
Siervas resplandecientes de su pacto.

2

Un Dios que sea dócil al tacto
Mientras desteje supernovas,
Que sea un sí inagotable,
Perpetuo manantial de roca
Y pétalo,
Que brille en el sigilo de la especie,
Y sea afirmación su silencio,
Y abrazo su retiro del mundo,
Un Dios para llamarle padre,
Mientras la luz visible se hace angosta,
Y frágil, como el alma de un hombre.

3

Único, forma permanente del viento,
Añorado trueno, ansiada trompeta,
Latente en la llovizna tranquila,
Señor de los mundos,
Que posa sus ojos en el polvillo
Que deajan las mariposas en los dedos de los niños.


4

Seductor, maestro de toda atracción limpia,
Dejado de sí mismo, vaciado siempre
Y siempre dado todo,
Ese es el Señor a quien sirvo en cada página.

5

Sabe lo que cuesta mirarse sin pasado,
Porque es eterno,
Y siento que me necesita,
Porque por mi nombre me ha llamado,
No una vez, ni dos,
Sino cada día, para decirme que no tema,
Que su soplo de vida me preserva,
Que aunque todo me duela,
Sólo Él puede romperme,
Su vasija soy,
Su barro bendecido,
Habitada greda.


6

Pide amor, santidad y luz,
Sólo puedo darle rabia y odio,
Mentira y lujuria,
Soledad y ocultamiento:
Sólo puedo darle lo que Él es,
Lo que de Él permito que me desgarre,
Que me quiebre, lo que no soy,
Sino por su toque dulce,
Su toque del que huyo sin lograr evadirlo,
Porque está en mí y conmigo,
Sonrisa siempre, consuelo siempre,
Vecino invisible, caballero
Que se oculta cuando se lo pido,
Y deja siempre su espada,
Por si acaso.

7

Aprender a leer los signos del espíritu,
En la obra del hombre,
Si fue mago, proxeneta,
Ramera, mendiga o reina,
No existe vida en la que no haya
Brillado alguna vez,
Su pleno destello,
A nadie le ha negado mi Señor
Un instante de visión,
Una espiga de su campo para ahuyentar la muerte.


8

Como ese momento de la infancia
en que se sabe si se es pobre o rico,
si se es espontáneo, triste quizá,
si seremos fieles a una mujer, o a una idea,
o si inconstantes, buscaremos en todo lugar
saciar el hambre con mayúsculas,
el Hambre de un corazón por devorar otro corazón,
así mi vida antes y después
de la unción del agua,
Nada hay anterior a mi bautizo,
Inmersión en el espíritu,
Ningún libro, ninguna mujer,
Ni el ascetismo, ni el exceso,
Ni soledad ni compañía,
En mi Señor encuentro todo nuevo,
Sin nombre siquiera,
Sin tacto previo, sin olor conocido,
Visitante del reflejo del Reino,
Quien estrena sus oídos,
Al usar cualquiera de sus sentidos,
Pues Él habla para ojos y piel,
Para la lengua, con leve aleteo,
Tan semejante al silencio que es canto perfecto,
Melodía que siempre transcurre en el presente.

9

Guarda tus ojos y tu corazón
De todo lo que no sea Yo, me dice.
Preserva tu fuente y evita que la sal
Deje de ser sal:
Dócil, callada y oculta en todas las alacenas,
Sin ella no hay hogar, familia,
Ni el fuego se disfruta.
Sé como la sal, me dice,
Majestuosa en su equilibrio humilde,
Pero mantenla lejos de tu fuente,,
Para que el gozo de la vida
No te prive de la simpleza
Que pido de ti.

10

Recuerdo cuando la obscenidad y la maledicencia
Eran mi santo y seña,
Signo de sombra parturienta, Lilith era mi boca,
Pero con agua has cauterizado mis labios,
Recobrada niñez en la que digo, “Héme aquí.”


11

Cuántas veces abocado al sexo
Pensé que en el orgasmo estaba dios,
Repetía en mi mente palabras de otras lenguas,
Buscando la energía y la fuerza,
Centraba mi atención en puntos distintos de mi cuerpo,
Y en símbolos que no deberían ser conocidos,
Hice del exceso mi religión,
Supuse que la ebriedad era un modo de la santidad.
Ahora, espero en oración a quien será mi amada,
Sobrio, releo palabras simples y sabias como el tiempo,
Y la vida de los hombres.
Y no espero poder, ni fuerza,
Pues en mi Señor reposo,
Como reposa el polen
En el ala del pájaro que lo bendice.
Atento estoy a su elemental
Hacerse día y tierra.


12

Confundí los caminos con las convicciones,
Creí en la poesía, tomé su senda con todo furor,
Y sólo hallé un altar de acero;
Viré por la senda de la anarquía,
Pensé en un mundo sin autoridad, ni propiedad,
Y sólo encontré el espejo infinito del egoísmo,
Multiplicando su lado sin reflejo,
Asistí a las posadas del abandono,
Intenté acumular en mis alforjas todos los libros y los idiomas,
Sólo para encontrar vestigios de fuego frío;
Me hinqué en los altares de la amistad,
Para encontrar visos de acero
Imposibilitado para ser espada,
En cada abrazo creí encontrar la fe
Que me rescatara de mí mismo,
Confusión Inagotable: Todos los dioses que adoré
Metales vacíos fueron, hermosos a veces,
Vacíos siempre;
Todo camino sin convicción conduce a la muerte,
Todo lo que he dicho, lo dije desde la tumba.

13

Atavíate señor con tus harapos.
Sólo así podré reconocer a tu ángel,
En el bosque de los mendigos.


14

En nombre de los amigos que no te conocen te bendigo,
En nombre de las personas que quise y aún no me han perdonado,
Que se reservan para sí el bendecir,
En su nombre te bendigo.
Mas también en el de mis enemigos,
De quienes tejieron con negra sombra,
Lazo y trampa, la hermana, las amantes,
Los hipócritas guardianes de mi nombre,
También en su nombre me hinco ante ti,
Porque tuyo es el Reino que percibo cada día.
No te pido el fin de los tiempos,
Sino llegar a la noche,
Vestido con la palabra de tu boca.

15

Ya no tengo la misma voz de mis 19,
Cuando seducía con ella auditorios medio ebrios,
y niñas menos cuerdas que yo,
atreviéndome a veces a cantar
algún rock de moda en los 80.
He obtenido el ronco aliento de los despojados,
Y sólo hallo como mía mi voz
Cuando te alabo,
Cuando en tu nombre canto,
Amor de todo Amor.

16

Amé a una mujer tibia y delgada
Como música para niños solos.
Despojado fui de ella por los designios de la bruja.
Pero lo que perdí con la magia adversa,
A mí mismo me lo restituyo,
Amando al Dueño de nuestros nombres.

17

Silencio. El silencio miente porque ya te revelaste.
En cada pausa de la voz,
Es Tu sangre la que transita el mundo.

18

Líbrame de toda soberbia, Señor.
De todo juicio, de toda crítica,
Y de toda palabra ociosa.
Concédeme la humildad de ser tu amante
Sin palabras.

19

Ya no pienso yo,
Ni busco lo que buscaba
Entre espejismos de sílabas majestuosas.
Descreo de lo que no evoca Tu rostro.
Porque no me has hablado nunca,
Pero entre el infinito de los objetos,
Sólo tomo aquel que se asemeje
Al silencio de Tu mirada.

20

Todo lo di por la sombra y la tristeza.
Si algo queda, es tuyo mi Señor,
Nombre, poesía, rigor, amor, misericordia.
Abandonada la túnica del mago,
Desnudo me ofrendo en sacrificio.
Amarte no requiere de mayúsculas,
De otras lenguas distintas:
Supremo editor, coloca tildes y comas,
Cambias de nombre a los capítulos
De esta vida, que sólo por ti,
Se ha convertido en existencia plena.

21

Cuántas veces dije “Cristo”, como quien dice Joyce o Rilke,
Un nuevo pensador- poeta, para la vieja vanidad del mundo,
Y su circo siempre nonato.
Pensar que gracias a esas dos sílabas,
He regresado de la envidia y del odio,
Armado de su sangre he retornado de la primera muerte,
Muerte del Mundo.
22

Se refracta y se amplía,
Desteje para tejer.
El tiempo de vida de un hombre,
Sólo se mide conforme a Su mirada.
Elevo a ti esta plegaria:
Que sólo tu soplo altere
La armonía del viento.


23
Por nada estéis afanosos,
mucho menos por palabra de mentira,
fluyendo del odio de una mujer.
Preservo mi corazón del afán de la ternura,
De Él es la amada que espero,
De Él el tiempo y el sepulcro, compartido y mutuo,
Con que viajaré con ella a la eternidad.

24

Mi Señor siempre ha tenido piedad
con la larga miseria de los hombres.
Uno es el camino, Amor lo nombran,
Lo demás, interpretación y poesía,
Dos cosas nulas si el mismo Espíritu
Que planeaba sobre las aguas,
No las llena e interroga.

25

El demonio como buena criatura de Dios
Odia ser interrumpido.
Es la pausa donde encuentro el Espíritu.
Es en la discontinuidad donde me enfrento con el Otro.
Sí el Otro, con mayúsculas, no el otro mi vecino,
Mi prójimo, sino con aquel que renunció a servir
Por amar más la esclavitud hacia sí mismo,
Que el dejar de ser
Para que Todo sea.




26
Transformé en admiración la vieja idolatría,
El ya de por sí repulsivo culto a la personalidad.
Troqué a Bakunin por Lutero,
A Nosferatu por el Arcángel,
He renunciado a llorar por una visión,
A la salmodia de los sentados en círculo,
A mis poetas amadas, los por sí mismos maldecidos,
A los profetas sin profecías:
Brisa fresca y sigilosa, eso quiero entre mis párpados,
Agua dulce para mi vientre,
Mi Señor es apacible sombra,
Tan distinta a la oscuridad del Otro,
Hecha de contienda y guerra,
De la nada crezco para servirte,
Alzarme de la tierra y bendecirlo todo.

27

Debo pedir perdón diariamente,
A mí, a Ti, a los otros.
Hasta al mismo Lucifer por conocerlo y no amarlo,
Él que fue bello ante mis ojos, pues era como yo,
Solo, triste, ingenioso,
Amante lujurioso y compasivo.
Encuentro ahora el Amor, al Feo e Inculto Jesucristo,
A Él que es la belleza y la cultura, lo que nombramos occidente.
Sólo es sabio quien bebe de Él,
Y gustoso cambiaría 25 años
En el estético desorden de la belleza,
La del Otro, la del enemigo,
La de la luz que miente y el ángel que llora solo,
Por un instante de rodillas ante Su trono de bronce y fuego.

28

Recuerdo cuando mendigaba en las calles una moneda,
Obedeciendo la orden del espíritu inmundo,
Para ofrendársela al Otro, al No infinito,
Desde el exceso.
Nada pido ahora, ni al mundo ni a lo invisible,
Sólo por una cosa clamo:
La dignidad de ser su Amigo,
Como Él lo es de mí.

29

Cuando la saliva es una forma del llanto,
Dios encriptado. Lo que pidas se te dará.
Sus ángeles te harán invisible a druidesas y rameras.
Y aunque en su nombre recupero a mis amigos,
Falta a mi lado la maga, la hechicera,
Y tu señor jamás me preparaste para esa ausencia.


30

Género y especie, macho y hembra,
No es bueno que el hombre esté solo.
A veces blasfemo,
sumergido en la solitud y en la melancolía
:
todos mis errores acuden a mí, pues tu palabra es fiel y verdadera.
Y pido siempre más, porque la bendición,
Sino es sabiamente recibida,
Malcría, corta y extermina.
Soy el bendito cortado de su savia, el ingrato.
Sé tu mi gratitud Señor,
Pues no puedo dar las gracias sin llorar
Recordando a mi abuelo.

31

Si es verdadera la visión, profecía es,
permanente y cristalina, exigente, humilde, continua,
nada sobrenatural la asiste,
ni tentación alguna acude a ella.
Cántico nuevo, palabra de consuelo,
Es la visión.
Lecturas antiguas, sucumben al soplo del espíritu,
Como se extinguen los gritos de la carne
En la fugacidad del gozo.
En vano enrojecen los nudillos ante la puerta
Del camino estrecho. Se abre sólo para quienes
Renuncian a imaginar con sus ojos el paraíso,
Y miran la herida del leproso como a un dibujo perfecto.



***


DANIEL JIMÉNEZ BEJARANO: Puerto Berrio (Antioquia, Colombia), 1970.Ha publicado los siguientes libros de poemas: Permanencia en la melancolia 1992, Retrato con omisiones 1995, El goce concedido 1998, Intima señora de la Espina 1998, La senda inexorable 2003, y en la pagina www.homohabitus.org, Un manojo de albahaca 2005 y Salmos de la tierra oscura 2007. Ha publicado en revistas y periodicos de diversos paises del mundo, algunos poemas han sido traducidos al ingles, francés y sueco.Ha obtenido varios premios en concursos de poesia.

martes, 24 de marzo de 2009

ENTRE GATOS, PÉNDULOS Y LICORES: Homenaje a Edgar Allan Poe. Autor: Luis Fernando Cuartas.



Poe era el Poeta. Una rara y compulsiva relación con la literatura lo unía a la realidad. Él mismo creyó que en Estados Unidos del siglo XIX, era posible creer en la literatura como una señal de vida, como una profesión de fe y como una garantía de existencia en medio de un industrialismo en ascenso. Mas en el caso de Poe, podríamos aplicar esta bella frase de Rilke: “porque lo bello no es más que el comienzo de lo terrible…” ; este hombre huérfano buscó esa condición estética por excelencia, la aspiración a la poesía, la formulación de un código racional para entender el descenso a los infiernos, las claves del “ Nunca más” de un cuervo. Poe desheredado por su padrastro, apenas pasó una breve temporada en la universidad, dedicado a escribir para pequeños periódicos y a deambular por garitos y descubrir las soledades en los licores del alma más que en las botellas. Buscó indagar en la oscuridad mientras bebía sorbos de luz en una extraña relación entre la ciencia y el misticismo, entre la matemática y los ciclos melancólicos. En un texto donde manifiesta ese profundo respeto por la ciencia, en EUREKA, habla de Kepler y las conjeturas de las leyes y sus movimientos, entonces él a sí mismo se abroga el derecho de hacer postulados para su propia creación, como si fuera un demiurgo inventándose su magia personal. “ La convicción que surge de esas inducciones o deducciones cuyos procesos son tan oscuros que escapan a nuestra ciencia, eluden nuestra razón o desafían nuestra capacidad de expresión” , no es más que un preludio hechizante de otra realidad, un surrealismo en ciernes o de una búsqueda de imantada condición de lo deslumbrante en medio del fatigoso material de lo cotidiano, para hacer aparecer otros mundos, que siempre estarán en este, como lo diría Pauwels en sus búsquedas con el retorno de los brujos. Esto no es más que un llamado a la imaginación, a la exaltada capacidad creativa que busca hacer del pozo oscuro, del gato negro y de la casa desvencijada, un laboratorio de sensaciones, una conversación con la alteridad del mundo.
La realidad que transita Poe no es la ciencia en el sentido exacto, es una fuerza intuitiva, una mirada penetrante sobre el submundo del mundo. Poe es esencialmente un Poeta….Una capacidad de viajar en las pasadillas, como lo haría el pintor Henry Fuseli ( 1757-1827) donde yeguas , gnomos o pequeños diablos se posan sobre una bella mujer que languidece sobre la atmósfera enrarecida del sopor del sueño.
Poe restablece en la narrativa un encuentro con el mundo de los excesos, algo no buscado originalmente, la relación de los deseos de lo truculento, de la avidez por lo prohibido, una pulsión que atrae y repulsa entre el sexo y la muerte, entre los licores perfumados de la noche y la búsqueda de racionalizar lo desconocido. El encuentro con la narrativa, su mejor peso literario, se da por una urgente necesidad de establecerse como escritor, por ganar unos dólares, por encontrar un lugar donde escribir sus enormes dimensiones imaginarias.
Es como encontrar un gato en una biblioteca, el maullido de una antigua selva mental, algo que nos previene de… en una página nueva. Con Poe el mundo cotidiano, la prosaica y brutal existencia de oficios diarios, la higienizada materia de nuestras tareas, entra en una corrupción revolucionaria de los sentidos, se altera el orden, se mueve el piso. Literalmente movernos la baldosa o sacarnos de quicio, la teja corrida ( el pensamiento) y el piso deslizante ( el sentido de realidad) es una manera de crear, de proponer nuevas maneras de comprender nuestro entorno: una estética de una rara belleza, una sensación pendular, la oscilación de lo que va y lo que viene, la huida y el regreso, pero un péndulo que en la narrativa de Poe, siempre está pendiendo de un hilo que poco a poco se va rompiendo, se desgasta y se tensa, haciendo que todo parezca tan frágil y a la vez tan eternamente débil.
El lago de la casa Usher siempre quiso devorarlo, en enigmático Augusto Dupin estuvo siempre tras su pista, Legrand adivinaba que el escarabajo estaba en su mente, la momia habla en su dialogo infinito con las momias de nuestras angustias, por eso Allamistakeo, desde un Egipto remoto establece contacto con el presente en un macabro recordarnos lo efímero de nuestras arrogancias.
Poe se hermana y se hace cercano a esa literatura que establece un diálogo entre fuerzas contrarias, ciencia y magia, la religiosidad con los ojos abiertos y la duda con la angustia oscura. Desde William Blake, casi antecesor de su noche vigilante, pasando por el Frankenstein de Mary Shelley (1818), y las novelas de Matthew Lewis (El monje), William Beckford y Ann Radcliffe. Los novelistas góticos modernos, como Angela Carter, Patrick McGrath y Toni Morrison son muy apreciados y el gótico continúa influenciando el cine y la televisión -desde obras clásicas como Nosferatu (1922) hasta Buffy Cazavampiros (1997-2002)- y a artistas visuales como Glenn Brown y los hermanos Chapman. En literatura su huella está en su gran mentor y traductor Baudelaire, quién lo dio a conocer en Francia y que lo propuso como un código estético de donde bebieron de sus alcoholes posteriormente muchos grandes escritores. Mallarmé escribe un poema sobre la Tumba de Poe , Valery hace su Señor Teste como una geometría donde todos los elementos son postulados de una serie de axiomas, resultados de una imaginación ordenadora y fascinante; un señor cerebro que obtura todas las operaciones del espíritu. Pues bien, Poe, en su ensayo sobre el cómo escribió el poema del cuervo, habla de esa estructura que une lo espiritual con una matemática de la composición, una idea que integra el yo creador en el componente de su propia creación, algo que llevado al extremo es la punta de un nihilismo aterrador. La idea de ordenar la gelatinosa existencia, de formular el concepto rector, la insignia gestante de la invención artística, hasta encontrar una forma de nadar en el cacumen de la entelequia, para abandonar el ruin ruido exterior, la anécdota de la novela miserable de la vida, esos lloriqueos y esas fabulaciones sobre pasiones estranguladas en destellos miserables de humanos estupidizados por la rutina y las simplificaciones aplanadoras de la existencia. Pues bien, Valery hace suya esa estética que Poe insinuaba y trataba de balbucear.
Mas qué decir de la herencia otorgada desde Los crímenes de la calle Morgue, con la trasformación de la novela negra y la novela policial. Nuestro detective Sherlock Holmes y su elemental Watson, de Arthur Conan Doyle, el padre Brown de Chesterton, para luego pasar al folletín de Ágata Christie y las novelas de Graham Greene, todos ellos heredaros de Dupin, de la noches de lluvia y de las conjeturas sobre el más mínimo detalle.
Julio Verne toca la única novela de Poe, una demencial historia de canibalismos, de sueños y de trampas, donde un aventurero sale a la mar en un buque donde pululan ratas, historias de náufragos, pesadillas y silencios. Estamos hablando de la novela Las aventuras de Gordon Pym y de la continuación que hace Verne con su La esfinge de los Hielos, ambos escritores de un autodidactismo científico bastante sorprendente. Mas esta rara novela se convierte en tema para los surrealistas, para los viajeros de lo onírico, para los capacitados para fantasear, recordando raros relatos como los de Jeremías N. Reynolds en el Pacífico y en el Polo Sur, o el tema de Coleridge, La canción del viejo marinero. Robert Louis Stevenson retoma estos enigmáticos viajes, H.P. Lovecraft admira este extraño relato que es como un disparo en el ritmo sanguíneo del relato, un torrente que no para, que deja sin aliento y que no deja al lector abandonar fácilmente el texto.
Julio Cortázar hace de Poe una traducción muy bella y lo pone ante nuestros ojos con su indiscutible talento. Poe deja sus uñas de gato en la piel y en la memoria, Borges tiene bellas páginas sobre este autor, Rubén Darío no deja de llamarlo a su casa mental y lo realza como el láudano perfumado de la literatura, mas critica la forma cruenta como fue vejado y apabullado por la crítica de su propio país, por periodistas envidiosos y por la saña que se tira cuando se trata de vilipendiar a un genio.
Honrar su memoria es hacer un encuentro con sus libros, no sólo sobre su literatura y sus obras, es a la vez hacer una invitación para reconocer en otros autores sus influencias y sus marcas. En buena hora saludar a este gato del libro, a este péndulo del tiempo de lo imaginario y tomar del dulce alcohol de sus hechizantes letras. Poe no deja de ser de nuestra estirpe sedienta, un ser que estuvo bajo las señales de la dificultad, un perdedor en vida, un hálito de mala suerte condenando su sombra entre la taberna y las envidias feraces que crecen como semillas sobre sus huesos, después de ser arrojado a la cuneta del olvido. Mas él suele despertar de esas empalizadas, sale de los muros, se muestra entre el polvoriento paso de una calle oscura a una habitación de palpitantes lámparas. Saca su mano, su intensa mano de escribiente, la mano de un ser que creyó profundamente en su tarea, que no se dejó domesticar por nadie, la que se abstuvo de intervenir en politiquerías y en camorras literarias, la que le costó la muerte en una contienda electoral donde a él nunca le importo intervenir y de la cual sus opositores quisieron ridiculizarlo haciéndolo aparecer como un borrachito vulgar.
Poe no dejará de maullar en nuestro oído, de hacer sonidos desde una esquina del alma, de saltarnos las quimeras, de azuzar las pesadillas, de hacernos sentir el peso humanamente humano de su palabra contra el tedio viciado de las rutinas diarias.


Luis Fernando Cuartas (Colombia, 1959). Escritor y ensayista. Fundador de Taller de Luna, grupo de escritores de la Universidad Nacional. Cofundador de la Revista Punto Seguido, de la ciudad de Medellín, Colombia. Coordina un espacio en la Radio Universitaria sobre poesía y música. Dirige la Fonoteca de la Universidad Nacional, sede de Medellín. Contacto: lfcuarta@gmail.com.