miércoles, 8 de abril de 2009

POEMAS DE FERNANDO RENDÓN. Del libro inédito:CANTO DE LA RAMA ROJA



1

Me pides que te hable desde mí. Que escriba: yo sufro, yo canto, yo me estoy yendo. Que exprese con una voz propia, delirante, qué ha sido mi vida después de comprender que la promesa de la primavera en un tiempo escamoteado por la muerte valdría menos que la fantasía de un niño emboscado por un falso cielo, en el lugar y en el tiempo de un infierno casi inmutable.


Prisioneros de un planetario farsante o de una sumatoria de siglos en un universo sin soles, como un dios voluntariamente apagado ante quien fuimos conducidos, con la mirada atada y la lengua sujeta, por padres ciegos y falaces maestros, fuimos testigos de la agónica existencia de un señor caído coronado de púas, entre súplicas y velitas, como el símbolo de una ley de la viga que se vence.


Entre tanto, el otro señor, investido de una helada máscara de desdén, cuyo poder feudal no ha sido todavía derribado, empleó a fondola fusta de hierro para conducir su manada de bueyes de oro a rumiar a las arcas de los bancos.


Filo contra filo contra la muerte imperiosa, padecemos el fin de una falsa otredad, el despotismo secular en una fosa colectiva de la que no escapamos todavía. Cautivos de la incomprensión del vacío, somos un ojo que no acaba de volverse sobre sí mismo, para conjurar la derrota y refundar la memoria de un tiempo en vano perdido.


Dices que no has escuchado brotar ninguna palabra nueva de mis labios, que no he dicho, que no he cantado, que no he apuntalado a solas y con muchos una voz que se oponga al poder del inframundo, que obstinado he enmudecido para sumarme al orfeón de los escépticos perversos (pues no hay nada qué hacer ante el triunfo escandaloso de la muerte).


Me exiges que exprese una verdad rotunda como un mazo, como si pudiese alguien esgrimir una verdad propia, al modo de un argumento rentable o de un puño que se cierra sobre sí, en el supuesto que la lengua forma ya parte de un reducto estéril.


Pero quién soy yo para pronunciar algo nunca antes dicho, sin sopesar antes sosegado las duras verdades de ustedes y la mía, sobrellevada bajo un sol que alumbró una era interminable de antropófagos.



2


Hablaré con una voz de greda de un sueño antiguo casi olvidado. Pero no hablaré para renegar del plural de una prehistoria de espesas frondas, cuando no existía nada tuyo o mío sino nuestro. No callará por mi boca la tierra negra su memoria. La piedra evocará siempre la angustiante pesadilla humana, que no ha conseguido aún extirpar la dulce evocación del origen.


Mas no sobredimensiones mis palabras, ellas solo te pondrán en guardia frente a lo que has visto ya y vivido, pues las palabras solas no pueden cambiar a un hombre o a un país que rige el espanto, y solo los hombres y los países aterrados pueden transformarse a sí mismos.


Entre todas las palabras que pronuncié durante los años de la incertidumbre, éstas serán las otras voces, los vocablos siempre explícitos y casi nunca comprendidos, que tal vez tampoco escucharás, aunque no es la primera vez que dialogamos.


Palabras contra este entramado de plomo que al final será vencido por un sueño, que asciende irreductible entre puñales.


De este sueño antiguo y nuestro escribiré, de los límites entre los territorios visibles e invisibles, de las delirantes márgenes y abismos de la realidad donde desaparecemos incautos, antes de morir. Del mundo que todavía tememos habitar pues nos ha sido arrebatado, sin haberlo percibido todavía, en el esplendor de su dimensión asombrosa.


De una misma respiración participan las piedras, las plantas, los animales, los individuos y los pueblos. Una misma energía nos circula atravesando la tierra.


¿Por qué se ha socavado la unidad del mundo y el sufrimiento lo ha desbordado todo?


La casa es la tierra de la que fuimos expulsados con argumentos de hierro, bajo un cielo plomizo.


El espíritu de una edad de plomo nos avasalla hace incalculables siglos, entre las cuatro paredes de ciudades fantasmales, en las que fuimos confinados por soldados sin rostro, bajo una tormenta de polvo primitivo, para ser separados definitivamente de la tierra.




3



“Toda sangre llega al lugar de su quietud”

(Canto Náhuatl)


Te hablaré con una voz rocosa, pues nuestro es el canto de la piedra que se sumerge en la atmósfera con un sonido lacustre. Y la vida proviene de una piedra viva.


Piedra del destino o piedra solar, sueño inusitado de una existencia en llamas es el sueño de la piedra que escucha y la piedra que ve.


Somos semejantes y uno nosotros y la tierra, los sólidos que se desvanecen en el aire y el vacío entre los planetas.


¿Cómo las rocas llegaron a existir? Una sola mirada de la medusa petrificaba a los humanos. Deucalión transformó las piedras en hombres. Las piedras que arrojó Pirra se trocaron en mujeres. El inca Viracocha creó de la piedra una raza de gigantes. Llovió sobre la gran piedra durante siglos y surgieron los océanos.


Nuestra es también la leyenda impresa en las rocosas montañas, nuestros fueron los pedregosos laberintos del dolor que no nos condujeron a ninguna parte.


Contra nosotros se alzan todavía los helados castillos de la autocracia, donde los humanos se torturaron mutuamente, los calabozos de piedra del desaliento, que rezuma la agonía de los condenados, como espejos de la fortaleza de una bestia que creyó poner en jaque al universo.


También son nuestros el deseo de la piedra de ser de nuevo luz, el enigma de su inmovilidad, y la quimera del sílex emergida del sustrato de su chispa.


Observa este círculo de piedras, visibles tras la batalla en la llanura. Esta piedra enorme, hecha de luz coagulada, es mi padre que reposa, y aquella no tan grande a su derecha, es mi tatarabuelo campesino. Estos cantos, guijarros y pedruscos, las piedras chinas, fueron las vidas malgastadas de los antepasados.


Huellas de un tiempo remoto que perviven en la arena interminable, los fragmentos que se negaron a unirse. El recuerdo de las pestes medievales que nos disgregaron. Todo deseo estrellado contra una muralla de piedra. El amor lapidado por una moral deletérea. Y un nadador exhausto aferrado a una peña como un piojo formidable a la cabeza de un dios en el océano, tras el naufragio de estos siglos.



4


En un instante quedó petrificado el espejismo. Como cuatro hombres juntos, pesaba en su ataúd el hombre fulminado por el último rayo de la tarde. Pesó en nosotros como la tierra el sueño de una especie sometida por sí misma, hendida por sus tinieblas.


La ley de gravedad que nos aplasta bajo el sol de mediodía es el anverso de la proscrita leyenda que jamás creyó nadie poder recobrar. Pero otras piedras flotaron bajo este mismo cielo a las voces de un ermitaño milesio.


Te hablaré con una provisoria voz de agua cuando un mar antiguo en su reflujo se hace playa, entonces un volátil elemento se seca sobre la arena, se hace carne y sueño líquido de una fibrosa vida en mutación.


Diré: este universo de arcilla perpetua que muere y renace, desencarna en líquido o entra en su horno porque no sabe o no puede resistir siempre el embate de un tiempo inexpugnable. Ya que no es fácil sufrir cien años cuando el mal perdura.


Mis palabras están hechas de aire y de un amasijo de tierra negra y fuego, ellas son granos de arena imantada por el viento o terrones de una arcilla inenarrable, que no irrumpe aún en el horno de la muerte. Mis palabras son recias como peñascos que se congregan o como el polvo que se compacta en la tierra memoriosa.


Pero debo hablarte también con una voz de piedra que un día será de nuevo luz. El porvenir está escrito sobre la piedra antigua. Pues renacer es retornar desde la piedra a nuestra naturaleza radiada.



5



El fresno fue también eje del mundo como la piedra del rayo. Tribus asiáticas saben que sus ancestros fueron árboles.


Adonis nació de un árbol de mirra. Otro árbol amamantó al faraón Tutmés. Un árbol advirtió en la India a Alejandro que no regresaría vivo a Grecia.


Cada hombre pertenece a un árbol con brazos y sistema circulatorio. De las cambiantes formas de los árboles nacieron las formas de las letras y los alfabetos que susurran el secreto inasible de su longevidad. Los movimientos de las raíces y de las ramas de la floresta son voluntarios. Muescas persistentes sobre la rama roja narran la leyenda humana y sus frutos inimaginados. El bosque legislará algún día.


El roble es el árbol que recuerda:


A la mordedura del rayo los mares se levantarán
Y regresará el polvo de los tiempos antiguos


Un árbol de pájaros nos mira, guardián de visiones asombrosas. En un jardín hindú las flores del granado son pájaros multicolores. Árboles africanos se transformaron en míticos animales. Al caer las hojas de los árboles sobre la tierra negra brotaron monos, antílopes, tortugas. Las hojas que cayeron sobre el agua se metamorfosearon en peces, mújoles, cangrejos.


Extraños animales oceánicos que desembarcaron en playas transmutaron en humanos. Humanos y animales intercambiaron formas y hablaron un mismo lenguaje prehistórico.


Un campesino melanesio flechó una mañana a un ánsar, que continuó herido su vuelo. Mientras el cazador lo perseguía, observó a un hombre arrancándose una espina del pie y supo que el ánsar y el hombre eran el mismo.




6



Un poema no es un juego de azar donde un corazón tahúr se juega una apuesta sin sentido. Tampoco se juega su existencia el poema en una carrera de lebreles. La poesía es la cifra del espíritu, el vestigio de una metamorfosis sobrehumana.


En un poema siniestro fue encadenado el amor hace siglos. En un poema realista el pueblo lucha todavía, mientras los pueblos indios se movilizan desde el sur.


Hombres y bosques son abatidos por una misma sierra eléctrica, en tanto la juventud del mundo espera en vano la primavera, que germinará como el oro rojo desde adentro.


El fuego destinado a desencadenarnos se oculta en la imaginación de la libertad que pugna, en el corazón resplandecido de la piedra, en las sibilinas plantas y en los libros que la inquisición prohibió bajo pena de confinamiento, en los cantos y mitos que nutrieron la infancia de los pueblos que escalan la substancia de la tierra, afincados en una incandescente cognición.


El poema resuelve el acertijo. ¿Cuál es el río presuroso, la risueña verdad siempre cambiante que nos niega, expresada a lo largo de una mutación inenarrable, cuyo cauce sólo puede ser alterado por el sueño?


En la poesía, en la crucial escritura del poema, todos nos jugamos sin ambages esta historia mortal, en una hora axiomática.




***



FERNANDO RENDÓN.

Nació en Medellín, Colombia, en 1951. Es poeta, editor y periodista. Trabajó como periodista en los diarios El Correo, El Diario y en el semanario de oposición Voz. Cofundador de la revista de poesía Clave de Sol en 1972. Fundador de la revista de poesía Imago (1988). Fundador y director de la revista latinoamericana de poesía Prometeo desde 1982, que ha editado 83 números a la fecha.
Es fundador y director del Festival Internacional de Poesía de Medellín, que ha realizado 18ediciones desde 1991, evento que ha sido celebrado en artículos de prensa publicados en 30 lenguas, en periódicos y revistas especializadas de 55 países de todos los continentes, por lo cual se le otorgó el Premio Nobel Alternativo en 2006, en Suecia. Ha publicado los libros de poemas Contrahistoria (1986), Bajo otros soles (1989), Canción en los campos de Marte (1992), Los motivos del salmón (1998) y La Cuestión Radiante (2005). Libros antológicos de sus poemas han sido publicados en Venezuela, Costa Rica, Francia y Egipto. Sus poemas han sido antologados en las selecciones internacionales de poesía Une anthologie immédiate (Francia, 1995), Dialogue des Littératures (Luxemburgo, 1997), Catalogue de Internacionales Literaturfestival de Berlín (2001) y en la antología latinoamericana de poesía A poesia se encontra na Floresta (Brasil, 2001). Se han publicado poemas suyos en las selecciones de poesía Disidencia del Limbo (Colombia, 1981), Poetas en Abril (Colombia, 1981 y 1983), Ocho voces contra los malos tiempos (Colombia, 1990), Poesía Colombiana Contemporánea (Argentina, 1992), Para conocernos mejor (Brasil-Colombia, 1995), Antología de la Poesía Colombiana (Colombia, 1996), Tambores en la Sombra (México, 1998), Quién es Quién en la Poesía Colombiana (1998) y Venticuatro poetas colombianos (2003). Poemas suyos han sido publicados también en publicaciones de poesía de diversos países: Suplemento del Jornal de Angola (Angola, 1995), El Jabalí (Argentina, 1997), Nagy Vilag (Hungría, 1996), Das Gedicht (Alemania, 1997), Missisipi Review (Estados Unidos, 2000), Park (Alemania, 2001), Europski Glasnik (Serbia, 2001), Dactylus (Estados Unidos, 2001), Alforja (México, 2001), Lyrikvännen (Suecia, 2002), Barataria (Argentina, 2002), Boutures (Haití, 2002), Poesía (Venezuela, 2004).
En 2002 fue designado editor de la página de poesía colombiana en la Web de Poetry Internacional de Rotterdam, la que desarrolla actualmente. En 2004 asesoró la creación del Festival Mundial de Poesía Venezuela.
Ha dirigido y realizado varios documentales en formato DV Cam, que configura un seriado para TV, nombrado Tiempo de Poesía, y a la vez representa la materialización de la primera antología audiovisual de los poetas que han tomado parte en la historia del Festival Internacional de Poesía de Medellín desde sus inicios: La piedra florece, El cuerpo es el pueblo, Contra la muerte, Como una llama asida entre las manos, Canción del siglo XXI, Voces del desierto, Poemas africanos, Como si despuntara el día, Poetas de Oceanía, Como antiguos recién llegados, Cartas de navegación, Poética del retorno, Canto de lo negado, La muerte no tendrá señorío, que fueron difundidos en primera instancia en el Canal 5 de la televisión venezolana. En 2005-2006 dirigió el documental Partir al alba, fundado en la presencia del Nobel de Literatura africano Wole Soyinka en Medellín.