viernes, 4 de septiembre de 2009

POEMAS DE JUAN NEGRO. Del libro: VASTO SER. Selección: Rodrigo Verdugo.





MANO CORTADA

Aquí la salamandra y la celeste almendra,
Las aves del zafiro cuyos ojos me pertenecen,
Los muslos del amor y el nácar de una sonrisa.

Allí la granada que incuba una serpiente de plomo
Y las cuchillas que vuelan cortando en dos la primavera,
La primavera que ha caído de las astas de un ciervo joven
Y que se sumerge en el estanque para ahogar sus visiones.

Aquí la tierra satisfecha de sustentar un país
Y el vuelo de ese trino que abre su surtidor
Y se desmaya sobre los hombres que nacen a la orilla del prado.

Pero del otro lado está la máscara maldita
Husmeando un animal terrible que se agazapa en el aire,
Alegre como alacrán que acecha mariposas
Y cabelleras de niña.

Y el nácar de la sonrisa se hunde en un aljibe de estiércol
Y el muslo del amor se destroza en un torbellino de mar sin espuma
Y de los ojos que me pertenecen cae la estrella que llora,
Cae con precisión
Y me corta la mano que guardaba una caliente rosa.





VIBORA DE ESPUMAS

Silencio que persigue a una víbora de espumas
Allí donde la mañana despierta prisionera de tus cabellos,
Allí donde la raíz hunde su pie en las entrañas de la sombra
Como otra víbora nacida de un ídolo de llanto.
Hilos de llanto atraviesan el sueño que nos enlaza
Y caen a la orilla de nuestros párpados y se alejan
Como buscando un océano de vida estacionada y dulce.
Oh, la enredadera del corazón ya no puede subir más alto
Unida estrechamente a los amplios ramajes del sol,
Unida estrechamente a las bocas de besos heridos
Y a las rodillas donde la muerte apoya su ágil cabeza.
En cada una de mis manos alguien ha clavado un sollozo
Y tienes el pecho perforado por una pequeña ventana de amor azul.
Ay, si pudiéramos decir qué cosas nos persiguen.
Comprendo que una queja nos puede degollar
Y que un anillo de simple y débil aire nos puede entrelazar con el misterio





MANO MARINA

Comprendo que este mar suele dar brincos en mis sueños,
Comprendo que me rodea como si yo fuera un ahogado
Que retiene su lecho definitivo entre las ondas.

Comprendo que se pasea en mí por una calla propia
En la que estallan vislumbres de ágil fosforescencia
Y en la que asoman unas pupilas ramificadas
Como las estalactitas de ese invierno tan antiguo,
De ese invierno que no recordamos sino desde el fondo del océano

Comprendo que soy el que baja hasta los subterráneos
Donde se juntan los cabellos de una familia que es mía,
Allí donde se conserva una mano que tiene un papel entre los dedos,
Que todavía mantiene su prestigio de mano marina
Y que estaría bien muerta de no estar entre merluzas y gusanos de mar.

Comprendo que este mar me hace lívido el rostro
Lo mismo que si regresara del cementerio donde viven mis novias,
Como si subiera algunos peldaños y me cayera en un cielo
Del que estuvieran ausentes las mejillas de mis novias
Y los fantasmas que ellas alimentaron con besos del corazón

Y comprendo que un caracol podría representar mi sueño
Y que mi sueño suele ser voraz como un pez herido,
Lo mismo que esos delgados y firmes peces que perforan
El paisaje de las luces profundas, la tibia intimidad de as almejas
Y los labios donde la vida ha puesto un bosque de raíces salobres.


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Juan Negro: (1906-1979), Poeta, cuentista y novelista chileno. Pseudónimo de Luis Aguirre Hinojosa. Fue miembro de la Alianza de intelectuales de Chile para la defensa de la cultura. Autor de: “Mester de Juglaria, briznas, algunos poemas viejos”, Imprenta La unión, Santiago de Chile, 1934, “Mensaje de Poesía”, Imprenta Artes y Letras, Santiago de Chile, 1936, Goces y Muertes, Ed Crucero, Buenos Aires, Argentina, 1940, “Vasto Ser” Imprenta Artes y Letras, Santiago de Chile, 1945, “Botella en el mar”, novela, Ediciones de la Sociedad de Escritores de Chile, 1947, “El paso de la noche”, Imprenta Artes y Letras, Santiago de Chile, 1952, “Niño de la costa”, novela, Editorial Nascimento, Santiago de Chile, 1956.

domingo, 30 de agosto de 2009

Del LIBRO DE ANDRÓMEDA Y OTROS POEMAS. Autor: John Sosa D.



Ella le da como insignias un yelmo
y unas sandalias alados, los que
simbolizan la rapidez del pensamiento
poético, y un saco para que mantenga
las letras bien ocultas.
ROBERT GRAVES, La Diosa Blanca



I.

Inconstancia tiene la brújula en tus extremidades
Voltea el surco de mi cuarto
Voladora su cabeza pernocta como barrio lejano
Flota la cáscara de cielo
Se esfuma el pájaro de nube
Persigue al viento
Raya el lomo de animal prehistórico
Velado por el cristal
La lluvia deletrea murales
Tritura piedras
Insomnio


II.

Descifro a boca de jarro la luz que ingresa
Tragándome
Quién cremó cañabravas y sauces?
Lata de estaño y circo silenciado
Oficia miedos
Abren con lengua apocalíptica
Inauguran celada


III.

Amada
El brazo demolió el frío en los huesos largos
Da acuamarinos al poema comestible
Otorga fuego aéreo
Por la pendiente de tus ojos
La cuerda
Desciende antes del almuerzo


IV.

Sobre escombros salamandras
El vino de rueda loca abre
El agua sangra
La fe del ciego ilusiona con sus espectros
Las claves anidan
Camina la canción por la lluvia
Satélites de invierno
Donde los trompetistas apacientan
Nada se excluye de la erosión de soles
Los libretos del braile imaginan desmoronarse
Noche de aciagos
Da órdenes de tempestad
Pecado tu cuello en la soga de la desilusión
Diles del anhelo del pastor de órbitas
Entrégate tras la hija de Lucifer
Lujuria del santo y pozo de ladrón
Cirineo de los tiempos modernos
Apártate al desierto a contar estrellas
Bríllalas en el lomo de animal
Los encantados tatuaron
Caminos de piedra


V.

La sala callada
Aventurera humedad de la caricia
Estatura retorcida de grama fugaz
Por mi boca
Sangre de astillas en tu muelle
La ballena devolvió
La armadura de la resistencia
Navegación que hormiguea
Se traza



VI.

No impedir la sed
Imaginaria
Su valija y su oído
Repasan el color verde
Colgado de la planta acuática
Inicia la letra endeble y poseída
Avanza el milenario
Desbautiza encantos



VII.

La lengua azora
Mano nudosa cierra la flor
Quisiera la redondez de un mediodía
Entre brumas perder
El reducto del cuarto del Marqués



VIII.

La ansiedad acrece
Tu garganta
Luna de cárcel derruida
Bosque de coyote
Reyerta en la ponchera de tu sangre
Fogón de tus manos
Una promesa


IX.

Inquilino adeudo el tiempo de la fiebre
que domina mis amores
Este sol declina por mi dedo
Acaricia lo abisal
Ampolla del receso


X.

Caían los tendones del muerto
Cuando temblaron los orificios
La barca del ángel azotó las cerraduras
Un viento de cuervos abrió portezuelas
Aullidos abordaron palabras
Los cuencos ofrendan siemprevivas
A las aguas cortadas del cielo


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John Sosa, poeta de la ciudad de Medellín, quien edita, con Luis Fernando Cuartas, desde hace treinta años, la revista PUNTO SEGUIDO. Publicación que ha mantenido una labor persistente y luminosa de divulgación de obras de difícil circulación y cuyo espíritu se asocia a las prácticas imaginativas del surrealismo. En cierta ocasión la poeta Eugenia Sánchez Nieto les preguntó:

ESN ¿Qué podemos esperar de Punto Seguido en los próximos años?

a lo que ellos responden:

JS/LFC Seguir por la senda de la hormiga. Es un buen sello: la hormiga es un animal pequeño pero es de los más fuertes del planeta. Alza varias veces su propio peso, ni un levantador de pesas haría tal esfuerzo, parece débil y efímero, pero continua cargando sus hojas por el camino que le depara su destino. Destino que se hace así mismo, día a día, convocando a la poesía. La hormiga es un punto que camina, es un punto seguido. Esperamos poder continuar esta aventura, ganar más aliados, hacer que esta publicación sea más de todos ustedes, no sólo los lectores conocidos, sino de los que puedan llegar y asumirla como algo íntimo, como una propuesta visceral, rica para la locura, para el apasionamiento, para la creación.

Los poemas aquí publicados son parte de su libro recientemente publicado:LIBRO DE ANDRÓMEDA Y OTROS POEMAS.